Reírse de uno mismo suele ser un ejercicio más que saludable. Esta canción es un guiño bromista para todos los que nos han llamado tunos, nos querían joteros o nos sueñan folkloristas. También para los que se siguen creyendo que (además de rondadores) somos músicos. Pero sobre todo para los que ni se plantean esos temas tan “delicados” y se limitan a formar parte de la ronda charrando con los vecinos desde la primera a la última canción– ¡quizás hasta escuchan alguna!– y ayudándonos a vaciar las bandejas y los porrones. Sin ellos, sin vosotros, la ronda –este pueblo en pie de fiesta– no sería lo que es. Y la Ronda, menos.