Letra y música: Manuel Domínguez.
Arreglos: Martín Domínguez
No fue perfecto, el crimen. Dejaron un testigo. Tal
vez pensaron que no hablaría, o que, aunque lo
hiciese, nadie iba a escuchar. Pero, por si acaso, le
extirparon las campanas, como a otros la lengua. Y cuando
las palas y los picos callaron, las fanfarrias imperiales
se extinguieron y el No-Do terminó -¡queda
inaugurado este pantano!-; cuando su gente hubo marchado
–y los que la echaron, también-, sola y
muda, como esas ancianas enlutadas que se arrodillan
sobre una fosa común, empezó a llorar
y a gritar sin palabras su dolor ya eterno. Erguida,
digna y triste la verás, allí en mitad
de las aguas, nombrando a los suyos