¡Escucha! ¡Escucha ese rumor!... Por las llanadas amarillas galopa desesperado un jinete con el alba a sus espaldas y la muerte al frente. El horizonte es la promesa de una torre distante, intuida entre las brumas. Y mientras a su paso los olivares se agitan y forman para el combate como un fantasmal ejército de sombra y plata, el redoble de un mar de
tambores sube tras él como una ola –lento, profundo y eterno– desde el sur, y a su ritmo despiertan sobresaltadas las aldeas de adobe y redoblan nuestros corazones.
Que llegue o no a tiempo –¡Teruel existe, Teruel resiste!– depende también de ti.