Tampoco sería tan extraño despertar sobresaltados y sudorosos -¡sólo era una pesadilla!...-, para descubrir que detrás de la ventana sigue cayendo eterna y mansa la nevada. Y que la misma figura sueña inmóvil en el mismo crepúsculo y ante el mismo pantano con aquel carnaval que nunca volverá.
¡Qué fácil es dejarse morir, país de anochecida ! ...Basta con "ir viviendo". |
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