Primero de
Noviembre
 Manuel Domínguez
 Fuebla.
 Severino Pallaruelo
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Cae Octubre, y se va
-hoja seca en el viento-.
Amarilla y fugaz
mariposa, ¿dónde vas?...

¿Dónde irás a parar,
pasajera del cierzo?
¿En qué bosque otoñal
caen los días que se van?.

Igual que una cometa de colores
dos milanos cruzan por la tarde en paz.
Jirones de arco iris viste el bosque;
hoja a hoja, Noviembre lo ha venido a desnudar.

Cae Octubre, y se va
-un compás de silencio-.
...Viejo reloj de sol,
¿cómo hacerte ir hacia atrás?.
La montaña arderá
con la luz de los muertos.
Mil estrellas caerán
esta noche ante su altar.

Noviembre ha llegado al Pirineo,
se arrodilla entre las tumbas a rezar;
deshoja flores en los cementerios,
y alguien asa castañas en las brasas del hogar.

Cae Octubre, y se va
-lagrimicas al agua-.
No os quisiera engañar,
nunca llegareis al mar.

Más allá de Entremón
nunca irá una navata.
Río y vida, al final
a un pantano hemos de dar.

Noviembre, sólo sabes contar penas.
Carrusel de la memoria, ¡para ya!.
La puerta del futuro está entreabierta:
Una sombra, un suspiro...
y otra vez se cerrará.
...Sin saber si habrá otros, cae Octubre, y se nos va.
Entremón, navata: Las navatas son embarca-
ciones que se construyen atando entre sí los
troncos que se van a transportar por el río.
Sobre esa especie de balsas, los navateros de
nuestra comarca bajaban cada año por el
Cinca -y también el Ara-, y luego Ebro abajo,
hasta Tortosa, donde se vendía la madera. En
ese arriesgado viaje, tal vez el momento más
difícil -y por eso el más recordado- fuera el
del paso del Entremón, un vertiginoso estrecho
como un tajo entre paredes de roca, que el Cinca atraviesa a las espaldas de
Samitier. Desde que se construyó el embalse de Mediano -el de la valiente torre que en nombre
de todo este país grita su rabia entre las aguas-, ya todo es recuerdo. Al pie de la presa, Entremón
sueña las navatas que ya nunca verá.