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En as faixas do castiello cuan o crabero chilaba a luna en os tuyos uellos yo no quiero ya mas nada. La niña tiene un amigo que le enseña a hallar las fuentes y ella le muestra rincones oscuros, donde él se pierde. Los dos amantes nunca se acercan él es tan grande y ella es tan tierna. Los dos amantes nunca se juntan él es el sol y ella es la luna. Una corona de reina te ha regalado el verano y se llevó la de flores que Mayo te había dado. Roja la boca, amargo el cuero dulces los besos, negros los dedos. Se hinchó su vientre suave y lloraba el corazón roto de la mingrana. Tienen tus piernas desnudas olor a menta y a junco saben a pan de centeno y entre las dos crece el musgo. Se hace tu cuerpo giro y cadencia fluye la vida, gime la piedra yo me alimento con tu rugido rueda la rueda en el molino. Una muchacha delgada muerde en la nuca a otra dama se alborotan los presentes sucede de madrugada. Pieles y plumas para esta danza late la sangre por las gargantas. De estos encuentros muchos quisiera tener previstos la paniquesa. Entre tu cuello y tu pelo ha hecho el nido una avecica se quita el hambre en tus pechos y la sed con tu saliva. La cardelina todas las noches vuelve hasta el nido canta y se esconde. Duerme contigo la cardelina son mis dos labios que te vigilan. Juegan Lardana y Cotiella a disfrazarse de novias Montañesa y Cancias van de verde y ocre a la boda. En el silencio frío del alba bellas señoras enamoradas abren sus brazos, tienden sus faldas invitadoras son mis montañas. Letra y música: Enrique Pérez En las fajas del castillo cuando la lechuza gritaba la luna en tus ojos yo no quiero nada más. Debinetas: adivinanzas. Minglana: granada. Paniquesa: comadreja. |
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