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En una caja olvidada en la falsa he oído esta noche rugir el mar. Lejanos sones, olear de recuerdos; la marea del tiempo los lleva, los trae y los vuelve a llevar. ...Eras tú, caracola, obsesión de mi abuelo, -navegante de sueños que no vio el mar-. Me juró que llevabas el océano dentro. ...¡Cuántos silencios cuesta aprender a escuchar! ¿Cómo no supe hacerlo ni entender tu misterio, que a un pastor y su nieto nos guardabas el mar? ¿Cómo no supe verlo ni creer al abuelo, si también yo soy hijo de un pueblo que canta habaneras sin mar?... Grité riendo: -"...¡Si es un fósil, abuelo; caracol que en milenios no ha visto el mar!" Se puso serio, y después en silencio te metió en esa caja, y así, caracola, te fuiste al desván. Nunca más quiso verte, -puso proa al olvido-, ni pegada a su oido te oyó cantar. Cuando el barco naufraga, cuando a pique va un sueño, al timón, el primero, se hunde su capitán. Tú le diste sirenas, caballitos y estrellas; yo un puñado de arena, ...y lo llamé "realidad". Hoy por fin, ¡qué vergüenza!, también yo oigo sirenas, y hasta entiendo la letra: "¡Vivir no nos basta, queremos soñar!"... La madrugada ronda ya mi ventana mientras veo a mis hijos dormir en paz. ¡Qué mar de sueños! ¡Navegad y buen viento!... -ola de tierra adentro, canción del recuerdo, habanera sin mar.- ...Como a ti, caracola, nos canta por dentro un lejano mar. Letra: Manuel Domínguez Música: Miguel Sorribes Falsa : desván |
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