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Mi casa era un barco velero cada vez que madre hacia la colada, con velas de sabanas blancas tendidas a los vientos de estas montañas. Un barco de piedra en el valle, anclado hace siglos a orillas del Ara, frente a la isla de La Velilla y entre las costas de Fiscal y Boltaña. Quien me iba a decir a mí que soñaba con el mar, que en un maldito pantano, ayayay mi casa iba a naufragar. A Jánovas digo adiós, a La Velilla y Lacort; adiós, barquitos hundidos, adiós; mi pobre país, adiós. Y aunque han pasado muchos años no podré olvidar nunca aquella mañana en que descubrí que no sólo en los cuentos siguen existiendo piratas. Cuando al abordaje tomaron el pueblo y tuvimos que marchar de casa, y al ver las lagrimas de madre a pique se me fue de golpe la infancia. Quien me iba a decir a mi que soñaba con el mar, que en un maldito pantano, ayayay mi casa iba a naufragar. A Jánovas digo adiós, a La Velilla y Lacort; adiós, barquitos hundidos, adiós; mi pobre país, adiós. Fuegos fatuos entre las ruinas, restos de naufragio en una triste playa: aún hay noches en que navega por mis pesadillas un buque fantasma. Y siempre que surca mi alcoba despierto empapado de sudor y rabia, pues sé que ha venido a anunciarme que en mi pueblo muerto ha caído otra casa. Quien me iba a decir a mi que soñaba con el mar, que en un maldito pantano, ayayay mi casa iba a naufragar A Jánovas digo adiós, a La Velilla y Lacort adiós, barquitos hundidos, adiós; mi pobre país, adiós... mi pobre país, adiós... mi pobre país, adiós.................
Letra y música: Manuel Domínguez |
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